Escogí como guión la conferencia "Ideología de género y persona. Voluntarismo y dominio", que el profesor Francesco D’Agostino, de la Università de Roma Tor Vergata, pronunció en la reunión para docentes e investigadores universitarios, que organiza cada año la Fundación RUI en Castello di Urio (Lago de Como), del 13 al 15 de junio de 2014 (texto publicado en la revista Studi Cattolici, n. 643, septiembre 2014, pp. 580-584).
Tras un nada fácil -para mí-, proceso de desentrañamiento de las ideas expuestas por el profesor D'Agostino, llegué al siguiente esquema para mi propia exposición:
- Tú me dices el yo.
- La identificación del yo en tres planos: distinción entre identidad sexual, orientación sexual e identidad de género.
- Corrientes culturales de fondo:
- Feminismo radical: Toda diferencia es discriminación: leyes anti discriminación.
- Autodeterminación: toda persona puede o debería poder configurarse según sus propios deseos, sin ninguna predeterminación cultural o biológica. Aquí late el “seréis como Dios” de la primera tentación (Gen 3,5).
- Cuando uno pierde las raíces de su identidad (familia, patria, Historia, cultura) queda a merced del poder que tiraniza haciendo creer que uno hace lo que quiere (Juan Manuel de Prada).
- Juan Pablo II: relativismo, sin el timón de la referencia de la verdad, se hace imposible una referencia objetiva al bien en la conducta individual y social, y la nave va a la deriva.
- Cuando uno queda en el aire, sin raíces para su identidad, se lo lleva cualquier viento.
Cuando nace una criatura, todo el mundo se hace dos preguntas fundamentales. La primera es: ¿es niño o niña? La segunda: ¿qué nombre se le ha puesto? Cuando se nos dirige la pregunta ¿quién eres? y damos una respuesta, estamos recurriendo, aunque no nos demos cuenta, al otro y a su providencial ayuda (y éste es el sentido profundo del auspicio del rey Lear; Who is that can tell me who I am?), no porque la palabra del otro sea infalible, sino porque ponernos a su escucha hace activa en nosotros la conciencia de que es indispensable que la respuesta sea conforme a la verdad, y no según nuestro arbitrio. Lo que Pedro Salinas expresa tan poéticamente: Posesión tú me dabas de mí, al dárteme tú.
2. La identificación del yo en tres planos: distinción entre identidad sexual, orientación sexual e identidad de género.
El primero es el plano de la identidad sexual, que tiene una objetividad natural: la presencia de los cromosomas XY o XX. QUÉ SOY.
El segundo plano es el de la orientación sexual, y se refiere a la atracción pulsional, que puede dirigirse hacia personas del propio sexo. o a otros objetivos. QUÉ SIENTO
El tercer plano, es el de la identidad de género. Este se refiere a cómo se identifica una persona a sí misma en su propia mente, o más propiamente, a cómo una persona decide identificarse. QUÉ DECIDO SER.
El primer y segundo plano se refieren a una dinámica de hetero-determinación o, por emplear una expresión enfática, al destino; el tercer plano se refiere a la autodeterminación o, si se prefiere, a la elección.
3. Corrientes culturales de fondo.
Algunos estudiosos, incluso simpatizantes con los Gender Studies, comienzan a pensar que el del género es un modelo de transición, cuya función, en el momento histórico actual, podría reducirse fundamentalmente a desquiciar la idea tradicional según la cual el género humano se cualifique a partir de una obligada vocación genealógica. El objetivo último de los Gender Studies consistiría por tanto en cancelar la imagen del hombre como animal familiar. Según el parecer de estos estudiosos, la desestructuración y la desimbolización de la diferencia entre los sexos, potenciada por la banalización de las nuevas posibilidades de procreación asistida y sobre todo por la producción de embriones constitutivamente sin padres, vaciarían desde dentro el triángulo padre/madre/hijo y abrirían una nueva e irreversible fase de la autocomprensión histórica del hombre.
Esos días cayó en mis manos un reportaje (MAGAZINE, 29 de julio 2015) en el que el afamado Luis Rojas Marcos aventuraba que dentro de cincuenta años "sin duda habrá desaparecido la institucionalización legal y cultural del matrimonio (...). Las relaciones entre las personas serán más variadas y abiertas. La institución matrimonial como existe ahora no va con la con la mentalidad del ser humano, con sus cambios y etapas de vida". Cosa que me recuerda a esa nueva concejalía del ayuntamiento barcelonés llamada Ciclo de Vida, Feminismos y LGTBI.
La afirmación de un yo asexuado (o bien de un yo libremente polisexuado, que es esencialmente lo mismo) sería la frontera de la completa liberación social de la subjetividad y del eros, a lo que seguiría el comienzo de la nueva era.
Casualmente, recuperé poco antes dos fichas que conservo medios traspapeladas entre mis notas y papeles sobre laicismo. Son de 2004, y en ellas se apunta ya el largo aliento de algunas medidas políticas concretas:
La imagen de España en el mundo ha cambiado en estos 6 meses. El reconocimiento del matrimonio de homosexuales es un cambio histórico, de concepción de la sociedad, de valores, y eso tiene un potencial transformador muy importante. Estamos cambiando muchas cosas y lo mejor está por venir (José Luis Rodriguez Zapatero entrevistado por Jesús Ceberio, El País, 17 de octubre de 2004).
Este gobierno ha presentado todos los cambios como una suerte de revancha a nivel social. Son iniciativas legales que llevan a crear una nueva conciencia social, como ocurrió con las leyes del aborto y del divorcio. Este es el efecto deseducativo de las normas (José Luis Requero, Vocal del Consejo General del Poder Judicial, Alfa y Omega, 21 de octubre de 2004).4. Cuando uno pierde las raíces de su identidad (familia, patria, Historia, cultura) queda a merced del poder que tiraniza haciendo creer que uno hace lo que quiere (Juan Manuel de Prada).
Recomiendo leer la serie de artículos sobre La Nueva Tiranía.
5. Juan Pablo II: relativismo, sin el timón de la referencia de la verdad, se hace imposible una referencia objetiva al bien en la conducta individual y social, y la nave va a la deriva.
Si la determinación del Gender es voluntarística, puesto que no puede invocar en su propia justificación ninguna determinación naturalista, queda sin resolver el problema de cómo pueda ser reivindicada individualmente como absoluta y no negociable: como no hay un querer verdadero que pueda (sólo en cuanto tal) imponerse sobre un querer falso, y lo que cuenta –como había comprendido perfectamente Nietzsche– es solo cuál de los dos quereres se revele al final como el más fuerte, como capaz de imponerse al más débil, es muy dudoso que en sistemas de complejidad social siempre creciente, en lo que se refiere a la determinación de la identidad sexual, acaben prevaleciendo las voluntades de género de tipo individual, frente a las pretensiones reguladoras sobre el género que puedan imponerse desde el poder.
6. Cuando uno queda en el aire, sin raíces para su identidad, se lo lleva cualquier viento.
Así acabé mi exposición, dejando sola en el aire una pluma y soplando fuertemente sobre ella.