lunes, 28 de mayo de 2012

La identidad católica de las instituciones educativas

Ciudad del Vaticano, 5 mayo 2012 (VIS).-La cuestión de la educación religiosa y la formación en la fe de la próxima generación de católicos en Estados Unidos fueron los temas elegidos por el Santo Padre en el discurso que dirigió a los prelados de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (regiones X-XIII), al final de su quinquenal visita “ad limina”.

foto atarifa
El Papa reconoció, en primer lugar, los progresos de los últimos años en la mejora de la catequesis y de la revisión de textos para que sean conformes al Catecismo de la Iglesia Católica. También elogió los esfuerzos en la adopción de medidas encaminadas a “preservar el gran patrimonio de las escuelas católicas, primarias y secundarias, de Estados Unidos, que han sido profundamente afectadas por los cambios demográficos y el aumento de los costos; y a garantizar, al mismo tiempo, que la educación que proporcionan permanezca al alcance de todas las familias, cualquiera que sea su situación financiera”.

Por lo que se refiere a la educación superior, diversos obispos habían señalado al Papa que los colegios y universidades católicas reconocen cada vez más la necesidad de reafirmar su identidad distintiva, en la fidelidad a sus ideales fundacionales y a la misión de la Iglesia al servicio del Evangelio. “No obstante -comentó el Santo Padre- aún queda mucho por hacer, especialmente en áreas tan básicas como el cumplimiento del mandato establecido en el Canon 812 para los que enseñan disciplinas teológicas. La importancia de esta norma canónica, como expresión concreta de la comunión eclesial y de la solidaridad en el apostolado educativo de la Iglesia, se hace aún más evidente si tenemos en cuenta la confusión creada por los casos de disidencia aparente entre algunos representantes de las instituciones católicas y el liderazgo pastoral de la Iglesia: discordias como ésas perjudican el testimonio de la Iglesia y, como demuestra la experiencia, pueden ser explotadas fácilmente para comprometer su autoridad y su libertad”.

No es exagerado decir que proporcionar a los jóvenes una buena educación en la fe representa el desafío interno más urgente para la comunidad católica en vuestro país”, observó el Papa que, a continuación, sugirió algunas claves para hacer frente a ese reto.

En primer lugar -dijo- la tarea esencial de una auténtica educación (…) no es simplemente la transmisión de conocimientos, por muy esencial que sea, sino también la de dar forma a los corazones. Hay una necesidad constante de equilibrar el rigor intelectual en la comunicación (…) de la riqueza de la fe de la Iglesia con la formación de los jóvenes en el amor de Dios, la praxis de la moral cristiana y la vida sacramental, y no menos importante, del cultivo de la oración personal y litúrgica”.

Por eso, la cuestión de la identidad católica, también en ámbito universitario, “implica mucho más que la enseñanza de la religión o la mera presencia de una capellanía en el campus. A menudo, da la impresión de que las escuelas y colegios católicos no han logrado que los estudiantes se reapropien de su fe haciéndola parte de los emocionantes descubrimientos intelectuales que marcan la experiencia de la educación superior. El hecho de que tantos nuevos estudiantes se sientan disociados de la familia, la escuela y los sistemas de ayuda comunitaria que antes facilitaban la transmisión de la fe, debe impulsar a las instituciones católicas de enseñanza a crear nuevas y eficaces redes de apoyo

En todos los aspectos de su educación, subrayó el Santo Padre “los estudiantes deben ser alentados a articular una visión de la armonía entre fe y razón, capaz de guiarles a lo largo de toda la vida en la búsqueda del conocimiento y la virtud . En efecto, la fe por su propia naturaleza, exige una conversión constante y universal a la plenitud de la verdad revelada en Cristo (…) El compromiso cristiano con la enseñanza, que hizo nacer las universidades medievales, estaba basado en la convicción de que el único Dios, como fuente de toda verdad y bondad, es también fuente del deseo apasionado del intelecto por saber y del anhelo de la voluntad de realizarse en el amor”.

Sólo desde este punto de vista podemos apreciar la contribución distintiva de la educación católica, comprometida en una ‘diaconía de la verdad’ e inspirada por una caridad intelectual, que sabe que transmitir la verdad es, en última instancia, un acto de amor. Una fe que reconoce la unidad esencial de todo el conocimiento, ofrece un baluarte contra la alienación y la fragmentación que derivan de un uso de la razón separado de la búsqueda de la verdad y la virtud. En este sentido, las instituciones católicas tienen un papel específico que desempeñar para ayudar a superar la crisis actual de las universidades”.

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lunes, 14 de mayo de 2012

La segunda bestia

Casualidades de la vida. Al día siguiente de colgar el artículo precedente, Camelo científico, leo en El Apocalipsis, cap. 13:
[11] Y vi otra bestia que subía de la tierra. Tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como un dragón. [12] Ejerce en su presencia todo el poder de la primera bestia, y hace que la tierra y sus habitantes adoren a la primera bestia, cuya herida de muerte fue curada. [13] Realiza grandes prodigios, incluso hace bajar fuego del cielo a la tierra a la vista de los hombres.
[14] Y seduce a los habitantes de la tierra por medio de los prodigios que le ha sido concedido realizar en presencia de la bestia, diciendo a los habitantes de la tierra que hagan una imagen de la bestia que habiendo sido herida de espada revivió. [15] Se le concedió infundir aliento a la imagen de la bestia, de modo que la imagen de la bestia hable y haga que todos cuantos no adoren la imagen de la bestia mueran. [16] Hace que todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos, reciban una marca en la mano derecha o en su frente, [17] para que nadie pueda comprar o vender sino el que tenga la marca, el nombre de la bestia o el número de su nombre. [18] En esto consiste la sabiduría: El que tenga inteligencia que calcule el número de la bestia, pues es número de un hombre. Su número es seiscientos sesenta y seis.

Lo que me llamó la atención no es el texto en sí, famoso por otra parte, sino su interpretación. Según los exégetas, esta segunda bestia será identificada con el falso profeta, ya que, en efecto, su papel es seducir a los hombres para que adoren a la primera bestia. Realiza, con el poder del mal, prodigios semejantes a los de los profetas –como Elías, que hizo bajar fuego del cielo (cfr 1 R 18,38)–, e incluso parece imitar la fuerza del Espíritu que da vida, animando las imágenes de la bestia. Ésta es símbolo de los regímenes e ideologías que rechazan a Dios y exaltan falsamente al hombre.

El Papa Juan Pablo II, en su Encíclica Dominum et vivificantem (n. 56) señala que esta segunda bestia es el materialismo engañoso que «si a veces habla también del “espíritu” y de las “cuestiones del espíritu”, por ejemplo en el campo de la cultura o de la moral, lo hace solamente porque considera algunos hechos como derivados (epifenómenos) de la materia (...). Según esta interpretación, la religión puede ser entendida solamente como una especie de “ilusión idealista”, que ha de ser combatida con los modos y métodos oportunos, según los lugares y circunstancias históricas, para eliminarla de la sociedad y del corazón mismo del hombre».

He aquí el paralelismo que encuentro entre "la religión entendida solamente como una especie de 'ilusión idealista'" y la declaración del neurocientífico de que "Dios es solo una idea construida por el cerebro". La religión como epifenómenos de la materia, a esto nos enfrentamos: a la segunda bestia del materialismo opaco, más aún, enemigo del espíritu.

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martes, 8 de mayo de 2012

Camelo científico

Leyendo el mi diario de referencia del domingo me encuentro con una entrevista a un tal Francisco Mora Teruel, al parecer un sabio neurocientífico de la Universidad de Iowa (que vaya usted a saber cómo anda en los ránquines). Voy a pasar página cuando leo entrecomillado y destacado: "Dios es solo una idea construida por el cerebro".

Vaya, interesante. Sigo leyendo para ver si por fin hay pruebas. El entrevistador pregunta:

- ¿Cómo explica que personas muy inteligentes crean en Dios?
FMT: Hay dos clases de seres humanos, los que nacen con un fuerte componente emocional y los que no lo tienen o lo tienen menos. Los primeros, independientemente de su mayor o menor inteligencia para las cosas del mundo, son proclives a las creencias.

No suena muy científico, la verdad; pero sigo leyendo:

FMT: Todo ser humano alberga en su intimidad ese sentimiento profundo que yo llamo religiosidad. Puede dar lugar a la religión, pero no es religión. La religiosidad es lo que hace alumbrar lo que yo llamo "el dios de cada uno", ese sentimiento caliente que te hace levantar la mirada y lanzar la pregunta: ¿Y todo esto qué es? Y contestarla mirando a los demás. Y al hacerlo "sentir" el impulso de hacerles un bien.

Más que neurociencia, todo esto de "sentimiento caliente", "levantar la mirada" y "sentir un impulso" me suena a Nueva Era y tal. Es martes y aún estoy esperando a que los de Unilaica protesten.

¡Ah!, ya sé, quizá lo entrevistan porque ha venido al pueblo a vender su libro.

Pues que conmigo no cuente.

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