Mostrando entradas con la etiqueta Crucifijo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Crucifijo. Mostrar todas las entradas

lunes, 11 de abril de 2011

El crucifijo puede estar en la escuela pública

Con bastante retraso, debido a tantos jaleos en los que estoy metido, enlazo ahora con la noticia de la importante Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, porque es, sencillamente, un espaldarazo jurídico a la libertad. Para esto, escojo el análisis de Rafael Serrano que ha distribuido la agencia de noticias ACEPRENSA.

Las escuelas públicas italianas pueden seguir exhibiendo el crucifijo en las aulas, sin menoscabo de la libertad religiosa y de pensamiento de los no cristianos, ni de la neutralidad del Estado en materia de religión y creencias. Tal es el juicio definitivo e inapelable del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), con sede en Estrasburgo, competente en los casos relativos al Convenio Europeo de Derechos Humanos, del que son signatarios los países miembros del Consejo de Europa.
Leer el artículo completo

Mostrar a tus contactos de XING

jueves, 27 de enero de 2011

A vueltas con el Crucifijo del Instituto de Zújar

Ya saben, y si no, se lo resumo: dos profesores del Instituto de Zújar (Granada) presionaron hace unos días a una compañera de departamento, profesora de religión, para que retirara símbolos religiosos (un crucifijo y una imagen de la Virgen -regalo de otros profesores-) de la sala de dicho departamento.

Desde entonces, declaraciones de unos y otros y apoyos a unos y a otros. En medio, la delegada de educación asegurando que sería el Consejo Escolar del IES el que decidiría.

Pero ayer fue la cacicada: reunido el Consejo Escolar, el director interino del centro manifiesta haber recibido de la delegada le había enviado órdenes expresas indicándole que hay una normativa que impide los símbolos religiosos en los centros educativos y que no hay más que hablar. Luego reconoció que la orden no la tenía por escrito, sino que la había recibido oralmente del inspector.

Resulta que la delegada se había amparado en declaraciones anteriores en un supuesto acuerdo del Consejo Escolar, cuando no era posible, ya que este no se reunió hasta ayer y no llegó a tratar del asunto por las órdenes taxativas suyas.

Además, las tales normativas no existen, no son más que las típicas arbitrariedades dictatoriales de un laicismo integrista que nos gobierna con nuestro dinero.

Sobre la presencia de símbolos religiosos en las escuelas hay mucho que decir, y en algún artículo espero exponer mi pensamiento algún día. De entrada, no estoy ni a favor ni en contra; estoy más bien a favor de la libertad. Lo que me irrita es el abuso de poder, la mentira y la estupidez, más cuando proviene de funcionarios a los que pago para que nos faciliten la vida, y no para que nos fastidien (por no decir otra cosa más expresiva).

Por último, el colmo del despropósito es cómo da la noticia según qué prensa, algunos de cuyos periodistas parecen haber estudiado en Cuba y hecho un máster en Pravda. Para comprobarlo, les sugiero comparar la noticia de hoy en Ideal Granada: Educación impide votar sobre los símbolos religiosos al consejo escolar, con la delirante de Granada Hoy: La comunidad del IES de Zújar respalda la retirada de los símbolos religiosos. Los mismos titulares son significativos de los dos mundos que puede pisar el periodismo.
Mostrar a tus contactos de XING

viernes, 4 de junio de 2010

Conexión entre el adoctrinamiento escolar, la ideología de género y la expulsión de los crucifijos

Grégor Puppinck, director del ECJL, lo ha resaltado en un desayuno de trabajo organizado por Profesionales por la Ética.


REDACCIÓN HO.- Esta mañana ha tenido lugar en Madrid un desayuno de trabajo sobre el tema Las religiones ¿fuera de la ciudadanía europea? Organizado por Profesionales por la Ética, el acto ha contado con la presencia de Grégor Puppinck, director del ECJL (European Center for Law and Justice), una entidad cuya sede principal se encuentra en Estrasburgo y que tiene como objeto salvaguardar y proteger los derechos humanos y las libertades civiles.

Puppinck ha acudido a España para intervenir como experto en la Reunión de Alto Nivel sobre La libertad religiosa en las sociedades democráticas organizada por el Gobierno español esta misma semana en Córdoba.

Para Puppinck, la discusión de fondo de la reunión de Córdoba era la presencia del Islam en Europa y su futuro. En su opinión, ha prevalecido una tendencia a favorecer el Islam. Sobre el futuro de la sociedad europea, el director del ECJL ha indicado que existe una corriente secularista que evita toda referencia religiosa en nombre de la tolerancia y el pluralismo, pero que pretende alianzas con el Islam:

En Córdoba he percibido que la cuestión de las religiones se plantea en términos de conflicto, de reivindicación de derechos de una minoría frente a una mayoría pero no hay un interés por buscar soluciones ni en buscar el bien común”.

En materia de libertad religiosa, Puppinck ha explicado que el ECJL colabora en el procedimiento jurídico seguido ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) sobre la presencia del crucifijo en un centro público italiano:

Este tema es de enorme trascendencia porque el Tribunal de Estrasburgo ha considerado que la presencia del crucifijo afecta a la educación y a la libertad”.

Para Puppinck, la reciente detención de un clérigo anglicano en Reino Unido, por predicar que la práctica de las relaciones homosexuales es un pecado, tiene mucho que ver con la expulsión de los crucifijos o con la Educación para la Ciudadanía en España.

El ECJL asesora a Profesionales por la Ética en la demanda presentada el pasado 19 de marzo por más de 100 padres objetores ante el TEDH en materia de objeción a Educación para la Ciudadanía. Este procedimiento es seguido con el máximo interés por la entidad dirigida por Puppinck, quien asegura que “en la objeción a esta asignatura está muy claramente en juego la libertad de los padres”.

También ha reconocido que el TEDH no está dando las mismas respuestas para defender los derechos y la libertad de todos los padres, como quedó patente en la demanda de la madre italiana a quien molestaba la presencia del crucifijo en el aula de su hijo:

La Corte de Estrasburgo está más preocupada por que la formación sea plural, democrática y tolerante. La educación de los hijos es un derecho natural de los padres que en Europa está siendo restringido”.

Puppicnk ha explicado que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos está trabajando para dar soporte a lo que se ha llamado “nuevos derechos”. Para esta tarea cuenta con el respaldo de otras instituciones europeas, como el propio Consejo de Europa, que propone un nuevo modelo de sociedad no basado en los derechos naturales de la persona sino en una libertad tolerante. En este sentido, ha recordado que el pasado mes de enero la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa aprobó una recomendación para promover en los distintos estados europeos los “derechos” de los colectivos de homosexuales, como el matrimonio o la adopción por parte de parejas formadas por personas del mismo sexo:

Estamos ante la imposición de una ideología frente a la que se prohíbe discrepar. La realidad de la familia natural y los derechos de los niños quedan sometidos al deseo de los colectivos homosexuales. Existe un proceso de reingeniería social diseñado y dirigido por minorías influyentes muy alejadas de la realidad que quiere hacer prevalecer una libertad sin límites por encima de la naturaleza humana. Se ha tomado una decisión de crear nuevos derechos y además, cambiar la naturaleza humana. El debate es antropológico, no sólo jurídico. Es una lucha sobre la naturaleza de la persona y sus derechos frente al Estado”.

La respuesta implica al ámbito jurídico pero también al intelectual y al político. Se trata de explicar ideas y salvaguardar espacios de libertad para los cristianos:

Es importante llevar al ámbito internacional la defensa de la libertad religiosa y de conciencia porque en los diferentes países estos asuntos a menudo están condicionados por la confrontación política interna y no se resuelven”.

Por último, Puppinck ha expuesto algunos síntomas positivos ante la ofensiva laicista en el ámbito jurídico y político: Europa del Este tiene menos complejos que la Europa occidental a la hora de afirmar su identidad cristiana y está avanzando. Tras destacar que, en el procedimiento jurídico sobre el crucifijo, Rusia está apoyando al Estado italiano para defender la presencia pública del símbolo cristiano por excelencia, se ha referido a la fe como “ventaja” de los cristianos:

Sólo desde la fe es posible entenderse sobre la naturaleza humana. Los cristianos tenemos una enorme ventaja sobre las imposiciones ideológicas: nuestro compromiso con la realidad”.

Ver vídeo

sábado, 14 de noviembre de 2009

Afrentosos crucifijos

Por JUAN MANUEL DE PRADA, en ABC, Lunes, 09-11-09

POR paradojas del azar, la conmemoración de la caída del murito de Berlín ha coincidido con una sentencia del sarcásticamente llamado Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo que ordena la retirada de los crucifijos de las aulas. La caída del murito de Berlín supuso, según nos martillea la propaganda, la «victoria de la libertad»; y las consecuencias de esa libertad victoriosa las contemplamos por doquier. La retirada de los crucifijos quizá sea la más aparente, por lo que tiene de simbólica; pero detrás de esa retirada está el suicidio de Occidente, que ha decidido, como los alacranes asediados, inyectarse el veneno de su propio aguijón. Y, en su arrebato de autodestrucción, disfrazado con los bellos ropajes de la libertad, reniega de los logros que han fundado su identidad.

Eso que la propaganda denomina «victoria de la libertad» no ha sido sino victoria de la más feroz de las tiranías, que no es otra que aquélla que despoja a los seres humanos de su capacidad de discernimiento moral. Las tiranías clásicas, ataviadas con los ropajes hoscos de la represión, al ejercer sobre las conciencias una violencia coactiva, aún permitían a sus oprimidos cierto grado de resistencia: pues todo expolio de lo que es constitutivamente humano genera en quien lo padece una reacción instintiva de defensa. La nueva tiranía no actúa reprimiendo la conciencia moral, sino desembridándola, de tal modo que sus sometidos dejan de regir su conducta por la capacidad de discernimiento, dejan de ser propiamente humanos, para guiarse únicamente por la satisfacción de sus intereses y caprichos. Y la nueva tiranía, ataviada con los bellos ropajes de la libertad, otorga a esos intereses el estatuto jurídico de «derechos», sin importarle que sean intereses egoístas o criminales; porque en la protección de tales intereses la nueva tiranía ha encontrado el modo de mantener a sus sometidos satisfechos. Ya no son hombres, sino bestias satisfechas, porque han extraviado la capacidad para discernir lo que es justo y lo que es injusto; pero las bestias satisfechas en sus intereses y caprichos egoístas o criminales, además de adorarse a sí mismas, adoran a quien les permite vivir sin conciencia, pues si alguien les devolviera la capacidad de discernimiento la vida -su vida infrahumana- se les tornaría insoportable.

Y ésa es la razón por la que la nueva tiranía ordena la retirada de los crucifijos: constituyen un recordatorio lacerante de que hemos dejado de ser propiamente humanos. Nos recuerdan que nuestra naturaleza caída fue abrazada, acogida, redimida, perdonada por aquel Cristo que murió colgado de un madero. Pero la noción de redención, como la de perdón, exigen una previa capacidad de discernimiento moral; exigen un juicio sobre la naturaleza de nuestros actos. Y cuando alguien se niega a juzgar sus actos, por considerar que están respaldados por una libertad omnímoda, la presencia de un crucifijo se torna lesiva, agónica y culpabilizadora. Y lo que la nueva tiranía nos promete es que podemos vivir sin ser redimidos ni perdonados, que podemos vivir sin culpa ni agonía; esto es, sin lucha con nuestra propia conciencia, por la sencilla razón de que hemos sido exonerados de tan gravosa carga. La nueva tiranía nos promete que todo lo que nuestra naturaleza caída apetezca o ansíe será de inmediato garantizado, protegido, consagrado jurídicamente; lo mismo da que sean meros caprichos de chiquilín emberrinchado que crímenes infrahumanos como el aborto. Frente a esta promesa de libertad omnímoda, el crucifijo aparece entonces a los ojos de esos hombres convertidos en bestias como una oprobiosa cadena: les recuerda que han renunciado a su verdadera naturaleza; les recuerda que esa naturaleza a la que han renunciado era su posesión más preciosa; les recuerda que Dios mismo entregó su vida por abrazarla. ¡Afrentoso recordatorio!

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Matar al mensajero

Por Rafael NAVARRO VALLS, EL MUNDO. MIÉRCOLES 4 DE NOVIEMBRE DE 2009

Un tribunal tiene la última palabra no porque tenga siempre la razón, sino más bien porque es la última instancia. Conviene tener presente esta verdad para no convertir cada sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en una especie de icono mediático que merece adoración indiscutida.

La sentencia Lautsi c. Italia es un ejemplo de cómo un tribunal puede caer en las redes del activismo político trasladado al ámbito judicial: un tema sensible, la hipotética influencia de la presencia tradicional de crucifijos en la escuela en las conciencias infantiles, se ha convertido en campo de batalla para recortar la posición de la religión en la esfera pública. Una suerte de estímulo para que los estados sólo toleren la manifestación pública de valores morales que no sean religiosos o que, al menos, estén desprovistos de su connotación religiosa, a pesar de que esos valores constituyan, paradójicamente, el humus donde el mismo Estado tiene su origen. Una curiosa percepción de la laicidad del Estado que permite quedarse con los frutos siempre que se tale el árbol. Quedarse con el mensaje, pero matando al mensajero.

No es una sentencia aislada. Se inserta en una serie de decisiones del citado tribunal a favor de políticas de eliminación de símbolos religiosos personales –sobre todo islámicos– en entornos educativos, en Francia y en Turquía, duramente criticadas por juristas de muy diversos países e ideologías. De ahí la preocupación manifestada en agosto por la Comisión sobre Libertad Religiosa Internacional de EEUU.

Uno de los expertos de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) en materia de libertad religiosa, el profesor Javier Martínez-Torrón, observaba con razón que el Tribunal de Estrasburgo ha iniciado una deriva «demasiado tributaria de una concepción que entiende la laicidad no como neutralidad del Estado ante el hecho religioso o ideológico, sino como ausencia de visibilidad de la religión, es decir, como una situación artificial que garantiza entornos libres de religión, pero no libres de otras ideas no religiosas de impacto ético equiparable».

Contrasta esa deriva, por ejemplo, con una declaración del Constitucional alemán en 2003: «No es inconstitucional que todos los niños desde su infancia –también los hijos de padres de ideología atea– conozcan que hay en la sociedad personas con creencias religiosas, y que desean practicarlas». O con el Supremo de EEUU (Marsh v. Chambers, 1983), que, al declarar constitucional que se diga una oración pública en la apertura de las sesiones legislativas del Senado, lo calificaba como «un reconocimiento tolerable de las creencias ampliamente compartidas por el pueblo de este país y no un paso decidido hacia el establecimiento de una iglesia oficial».

lunes, 8 de diciembre de 2008

La cruz y la democracia

Por Ignacio Sánchez cámara, catedrático de filosofía del derecho, en La Gaceta de los Negocios, el lunes 1 de diciembre de 2008

La sentencia que obliga a retirar un crucifijo de un colegio público de Valladolid carece de buenos fundamentos jurídicos y entraña un agravio a las convicciones cristianas de millones de españoles y a las de quienes, sin ser creyentes, ven, con toda razón, en la Cruz uno de los pilares de nuestra civilización y sus valores. La presencia de un crucifijo en un centro público no atenta contra la aconfesionalidad del Estado, sólo lo haría contra un laicismo militante, que no asume nuestra Constitución. Tampoco puede afirmarse que vulnere ningún derecho, salvo que se convierta en derecho el puro deseo de retirar el crucifijo. Su exhibición no vulnera la libertad de creencias. Y si entraña cierto beneficio de trato para el cristianismo está justificado por su relevancia social y por la mención contenida en la Carta Magna.

Las reacciones políticas, no por esperadas, han sido menos decepcionantes. El PSOE, en general, aplaude la sentencia en un alarde de contradicción con sus propios actos, pues ni los retiró en el pasado ni lo ha hecho en el presente. Se ve que éstos son otros tiempos. El PP se limita, al parecer, a acatar la sentencia y a proclamar que a ellos «no les molesta el crucifijo». Al parecer, les da igual. Salva un poco el honor el presidente de la Junta, que afirma que la sentencia carece de fundamento jurídico y estudia recurrirla. Pero no nos engañemos. No estamos sino ante un nuevo episodio de resentimiento hacia lo más elevado y noble, y de lo que el constitucionalista norteamericano Weyler calificó como «cristofobia».

No se trata de añejo anticlericalismo, sino de furor anticristiano. Hay que padecer un intenso desarreglo del alma para que la presencia pública de un crucifijo pueda ofender. Para un creyente, se trata del sacrificio de Dios para salvar a los hombres, y para quien no lo es, del mensaje moral más sublime, en el que se sustenta, en gran parte, nuestra civilización. Hablar aquí de «higiene democrática» (y hay que tener cuidado con las metáforas fisiológicas) es pura ignorancia, si no se trata de algo mucho peor. No cabe un compromiso más firme con los derechos humanos que el que se revela majestuosamente en el Génesis: «Dios creó al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó». Suprimir el cristianismo es derribar uno de los pilares de la libertad y la democracia. Como afirmó Tocqueville, es un error considerar a la religión católica como un enemigo natural de la democracia.

El catolicismo conduce a los hombres hacia la igualdad. Sólo la religión asegura la firmeza y la certeza en el orden moral, aunque el mundo político parezca abandonado a la discusión y a los ensayos de los hombres. La religión puede ser considerada en EEUU, según el gran pensador francés, como la primera de sus instituciones políticas. No sólo regula las costumbres, sino que extiende su imperio sobre las inteligencias.

En cualquier caso, el pluralismo debería obligar a conciliar las dos posiciones y no a imponer una de ellas. Pues si a unos ofende, sin razón, su exhibición, a otros ofende, con razón, su retirada. Y tampoco es lo mismo no colocar un crucifijo que retirar uno. No es bueno que nos enzarcemos en una guerra sobre el crucifijo, aunque la verdad, tampoco puede extrañar. Al fin y al cabo, ya lo dejó dicho el Crucificado: «No he venido a traer la paz, sino la discordia». No hay nada en la Cruz que atente contra la democracia política.