Salvador es un gran baluarte de la dignidad humana, Euvita señala como su primer fin "Informar a la opinión pública y a los ciudadanos sobre la importancia de prestar una atención y unos cuidados de calidad, a las personas que se encuentren al final de su vida, acordes con su dignidad y desde el respeto a su vida hasta el momento de su muerte natural".
Ayer fue suya -al alimón con su hermano Manuel, que es quien firma- la "Tercera" de ABC: La dignidad perdida. Junto con precisos ejemplos de la más rabiosa actualidad, intercala una serie de frases sobre el sentido de la dignidad que quiero destacar:
Esta degradación se produce cuando atentamos contra sus pilares básicos: la libertad, la verdad, la justicia, y el amor.
La libertad, que implica elección y cuya meta es la felicidad natural, requiere vivirla con responsabilidad.
Todo intento de oprimirla o sojuzgarla denota una deshonra. Una realidad constatable en todas las ideologías totalitarias y una tentación en algunos modos de gobernar han sido cercenar las libertades individuales y sociales.
En resumen, la dignidad no se pierde por la ignorancia sino por la tergiversación de la verdad y por el mal uso de la libertad. La verdad se fundamenta en la realidad, en datos verídicos y contrastados, y no en un relato articulado, que por muy repetido que sea acaba siendo siempre propaganda.
El amor es lo que dignifica a la persona. La libertad, la verdad y también la justicia son expresiones del amor. El afán de poder no es amor y el amor propio mal gestionado es egoísmo, egocentrismo, soberbia, fatuidad y lleva al vacío.
Una sociedad democráticamente avanzada demanda líderes dignos de respeto, que amen la libertad de opinión, que sepan escuchar y actuar desde otras perspectivas, Líderes veraces, que no permitan la difamación del otro, que amen a su pueblo y su Historia, y que tengan el coraje de retirarse cuando sean incapaces de encontrar soluciones justas.
Volviendo al comienzo, la dignidad resulta difícil de definir o incluso de comprender sin una visión trascendente de la vida. Me he encontrado personas que no la entienden, la usan como un término coloquial, sin profundizar en su grandeza o su degradación (nunca llega a perderse totalmente). Y nada es más edificador que verla como la puede ver el Cristianismo. En definitiva, para un cristiano la dignidad es algo divino porque hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, y estamos llamadas a ser sus Hijos.
Pero hay esperanza, la dignidad adquirida y perdida puede recuperarse con el ejercicio renovado -por los líderes y el común de los mortales- del respecto a la libertad, la verdad, la justicia y el amor.
"Ni la riqueza, ni la popularidad, ni la prensa, pueden dar marchamo de dignidad". John H. Newman.
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Foto atarifa CC