domingo, 11 de septiembre de 2011

Presencia de la Religión en el espacio público

Entrevista al catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad ey Juan Carlos, Andrés Ollero Tasara, en Radio COPE, septiembre 2011



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sábado, 10 de septiembre de 2011

Charlotada

TERCIO DE QUITES

Por Andrés Ollero Tassara. catedrático Ideal Granada, 8 de septiembre de 2011

Los manifestantes insultaron de forma insistente a todo peregrino que veían, a los que era fácil identificar por su atuendo y sus mochilas” (de la prensa diaria)

No todo lo que encuentra acogida en una plaza de toros merece el calificativo de taurino. Edificios tan singulares y de tan costosa manutención, llamados a cumplir su estricta función en momentos muy señalados, acaban siendo escenario de espectáculos diversos. Inicialmente se trataba de fórmulas parataurinas, entre las que la charlotada gozó siempre de arraigada tradición, sirviendo más de una vez para acercar a la fiesta -a través de la parodia- a los tiernos infantes. Luego acabaron sirviendo para todo: conciertos de rock, mítines políticos, ópera (Carmen, con rejoneo y todo) y hasta Copa Davis. Por último, la oración se volvió por pasiva. En Vista Alegre, aparte de baloncesto o tenis, puede haber hasta toros. Ahora los grandiosos contenedores multiuso, donde juegan los futbolistas del Bayern o el Schalke, se llaman “Arena”; sin necesidad de que llegue a correr la sangre (Mouriño aún no apareció por allí…).

La primera vez que un Papa pisó estas tierras, sus apoderados se habrían conformado con una plaza de toros; les pareció una temeridad pretender llenar el Bernabéu. La parroquia les acabó dando una lección de fe, aun a costa de que más de la mitad tuviera que quedarse fuera. Ahora ya se sabe de qué va el asunto y hay que comenzar buscando un aeropuerto. Madrid ha servido de escenario de vanguardia. A Habermas lo del laicismo secularizador le parece antidemocrático; hay que ir a una sociedad “postsecular”, en la que -para bien de todos- cada cual pueda expresar lo que lleve dentro, sin más condicionamiento que respetar a los que piensen distinto. Más de un millón de jóvenes han demostrado que no se trata de ninguna irrealizable utopía.

Para algunos, bastaría con eso para que la feria se convirtiera en memorable. Sin embargo, a otros les pareció corto el programa y no se privaron de la charlotada. Creo que han dado igualmente una provechosa lección. No basta con que la fe se pasee a cuerpo y que el Retiro se pueble de confesonarios. Ha sido muy importante que todo el universo mundo se entere de en qué consiste y cuáles son en España las maneras de la pretendida “neutralidad” laicista. Su elocuencia merece un particular agradecimiento; al que le guste tan democrático espectáculo que se apunte a la JMJ de Río de Janeiro; allí saben mucho de carnaval. “Durante más de dos horas los policías se limitaron a intentar interponerse -sin éxito- entre manifestantes y peregrinos y a aconsejar a los participantes en la JMJ, muchos de ellos menores de edad, que abandonaran el lugar para no ser agredidos por los indignados”. Al octogenario Habermas le habría dado un síncope comprobar los escasos progresos de más de un no creyente en ese “proceso de aprendizaje” que, con no poco optimismo, les viene recomendando.

Claro que los misioneros del laicismo no están solos. Para “neutralidad” la de algunos medios de comunicación: un cuarto de kilo para cada uno y todos contentos. A mí el asunto me cogió en Alemania, porque justo en esos días (a quién se le ocurre, ¡con un paso de palio en la calle Alcalá!) teníamos en Frankfurt el Congreso Mundial de mi asignatura. Por la mañana me desayunaba con la televisión y el informativo de turno: un minutito de Papa y otro para los antidisturbios observando atentamente a los indignantes. Pura neutralidad. A mi vuelta, releí prensa de esos días. ABC lo plasmó con elocuencia: una mota situaba a la Puerta del Sol en el océano de Cuatro Vientos. Me acordé del chiste de los náufragos que repasaban ansiosamente la carta de marear, en la que se adivinaba una mota similar: si es una isla, estamos salvados; pero como sea una cagada de mosca…


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sábado, 3 de septiembre de 2011

JMJ y futuro

Por Manuel Atencia Robledo, en Málaga Hoy, el 28.08.2011

ESTA semana escribía el dirigente socialista  Francisco Vázquez que le sorprendía el afán de amplios sectores del autodenominado progresismo español en desacreditar a Benedicto XVI, presentándolo como un integrista impulsor de un retroceso reaccionario en el pensamiento y la acción de la Iglesia. A mí también me sorprende porque el que se acerca a su vida y a su obra descubre todo lo contrario de ese estereotipo erróneo e injusto.

 El que haya seguido la JMJ de Madrid, habrá visto que Benedicto XVI no es ni integrista ni reaccionario. Al ver y escuchar a este hombre de 84 años, de gesto dulce y de mirada viva, se comprueba la profundidad de su pensamiento, expuesto siempre desde un profundo respeto y tolerancia hacia las ideas de los demás, lo que no impide su firmeza en la defensa de los valores de la fe católica.

 Como defendió Juan Pablo II, la Iglesia no quiere imponer, solo proponer. La Iglesia de Benedicto XVI ni quiere imponer sus ideas ni busca situaciones de privilegio, pero no debe obviarse que donde existen unas raíces en las que el cristianismo ocupa un lugar preeminente, como en España, la Historia y la singularidad como pueblo no se pueden comprender sin la aportación de la Iglesia.

 La JMJ de Madrid ha demostrado la vitalidad de la Iglesia Católica y la capacidad de convocatoria de Benedicto XVI al reunir en pleno mes de agosto a millón y medio de jóvenes de todas las nacionalidades, consecuentes con su fe e identificados con el mensaje del Papa, que una vez más los ha invitado, a ellos y a todos, a la búsqueda de la verdad como único camino capaz de dar contenido a sus vidas. Esa presencia masiva de jóvenes alegres, naturales, cívicos, consecuentes y sacrificados, también rompe tópicos e imágenes artificiales de la juventud y de los cristianos, y nos propone un futuro esperanzador.

 En la JMJ se ha comprobado la viva realidad de la Iglesia que tanto cuesta reconocer a los que están empeñados en ignorar la vital importancia que el hecho religioso tiene en nuestra sociedad y en nuestra cultura. Una vez más, se ha demostrado que son inútiles los intentos de reducir la religión al ámbito privado. Los valores de la fe son principios compartidos por millones de personas y determinan la posición de los católicos ante los problemas políticos, económicos y sociales.

 La Iglesia, como se ha destacado estos días por muchas personas no creyentes, es el gran baluarte de la defensa de la dignidad humana y los valores que profesa y defiende contribuyen a mejorar la sociedad. En este mundo en crisis, la Iglesia y Benedicto XVI pueden ofrecer respuesta y orientación a muchas de las demandas de la sociedad de hoy y, especialmente para los más jóvenes, puede llenar de contenido el vacío de pensamiento actual.

 Después de escuchar al Papa y ver a esos millones de jóvenes ilusionados, miro al futuro con más esperanza si cabe.

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