viernes, 26 de diciembre de 2008

La guerra de los belenes

Por: Alejandro Llano Cifuentes, el 25 de diciembre de 2008.

Nos tenemos que dar cuenta de que, por más que se neutralice, la Navidad es una fiesta cristiana

No es una polémica de menor cuantía. Se están enfrentando en España dos concepciones radicalmente opuestas de la vida social, aunque la mayor parte de los afectados —todos nosotros— sean escasamente conscientes de lo que está pasando. Otros muchos prefieren la paz y el sosiego, no quieren en modo alguno caer en la crispación, y darían cualquier cosa antes de que se les tachara de pesimistas. Pero —se reconozca o no— el dilema es éste: o bien es el Estado el que establece desde su raíz los fundamentos de la convivencia y la educación, o bien son los ciudadanos —con sus libres convicciones éticas y religiosas— quienes protagonizan una dimensión prepolítica más radical que cualquier ideología impuesta por una tecnoestructura dominada por el poder político (aliado inevitablemente con la fuerza del dinero).

No son estos días entrañables de la Navidad los más apropiados, se pensará, para referirse a tensiones y enfrentamientos. Pero, aunque no se hable de una contienda, las agresiones y los padecimientos siguen ahí. Y lo que está presente estos días es una guerra de belenes. Menciono sólo esta batalla, porque la de los adornos luminosos por cuenta de ayuntamientos y comerciantes ya la han ganado los laicistas. Por ningún lado se ven estrellas en las calles, apenas campanitas, todo es celebración de un boato vacío, que atrae hacia la masiva adquisición de productos inútiles o indigestos. Hay quien se precia de haber columbrado el perfil de un nacimiento en el vano lateral derecho, según se baja, de la madrileña Puerta de Alcalá. Pero no se ha confirmado.

Según las noticias que nos van llegando, en las escuelas y colegios las familias parecen haber ganado la partida a direcciones escolares tan ilustradas que impiden colocar belenes, e incluso celebrar fiestas navideñas en las que participen padres, alumnos y profesores. Se dan cuenta de que, por más que se neutralice, la Navidad es una fiesta cristiana. Y una larga experiencia confirma que no hay modo humano de barrer de la faz de la tierra un legado bimilenario. Si se fueran a arrancar todas las raíces religiosas de nuestra cultura, muy poco quedaría. La ciencia, la historia, el lenguaje, el arte, las costumbres, casi todo en la vida social se encuentra penetrado por el cristianismo. Lo están, sobre todo, las mentes y corazones de millones de personas, a las que habría que suprimir para borrar sus más hondas vivencias; pero a eso no hemos llegado.

Este año tenemos la fortuna de que, en un profundo y brillante artículo publicado en El Mundo, el filósofo Eugenio Trías ha tenido el coraje de afirmar que la Navidad es un momento apropiado para hablar del don de la existencia, del sentido de la vida, y del destino que nos espera al final de la jornada. «La verdadera cuestión filosófica y teológica —afirma el pensador catalán— es la relativa a lo que sucede en y después de la muerte». Lo que nos va a decir el Niño recién nacido es que se ha abierto una inmensa puerta a la esperanza, que la muerte está vencida, que por la misericordia de Dios hemos sido salvados. Y es esta perspectiva trascendente la que renueva la sociedad humana y la creación entera. Si creemos que en Belén vino a la tierra el Hijo de Dios, entonces hemos recibido el gran regalo. Si, en cambio, se tratara de un cuento apropiado para una película de animación —poblada de niños y animalitos— lo que procedería es seguir concursando en la porfía de a ver quién hace el regalo más caro, ofrece la cena más sofisticada, y logra convertir la noche final del año en una grandiosa orgía.

Lo que está detrás de la guerra de los belenes es la discusión de cada uno consigo mismo acerca del significado de un Nacimiento acaecido en Belén hace dos mil años, bajo el signo de la pobreza y el abandono. Los cristianos deberíamos llevarnos la mano a la conciencia y pensar que quizá el olvido del Pesebre está en la base de los intentos políticos y económicos para sustituir este acontecimiento inaugural por utopías reductivamente humanas.

Decía Aristóteles que la política sería la actividad más alta si el hombre fuera lo más valioso que existe. Pero no lo es. De ahí que nuestros afanes por el logro del poder, la influencia y el dinero carezcan siempre de un interés definitivo. Afirmar hoy día que las formas de actividad más alta vienen dadas por la contemplación y el amor es algo que suena a música celestial. Sólo que eso —música celestial— fue lo que se escuchó aquella noche santa en la tierra natal de David, rompiendo la ignorancia humana y el silencio que todo lo envolvía. La gran esperanza que se anuncia en Belén constituye el definitivo fundamento de cualquier optimismo real. Quienes creen que la Navidad es un evento realmente actual son en cierto modo invulnerables. Ganan aunque parezca que pierden las guerras coyunturales que entre nosotros se libran, incluso la de los belenes.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo no soy una persona de letras por lo cual mi comentario no estará a la altura de los que se acostumbran a leer en este espacio, pero querría, de algún modo mostrar mi dolor por lo que está ocurriendo.
Mi familia, compuesta por muchos miembros (he tenido ocho hijos)ha renegado de su fe, se sienten ofendidos si hago la más mínima alusión al misterio de la Encarnación del Verbo y consideran que si bendigo la mesa, canto villancicos con mis nietos, o les hablo del nacimiento de Jesús, estoy interfiriendo en su libertad.
Veo que están haciéndose realidad las suposiciones de Benedicto XVI de que al final la Iglesia será un resto pequeño y humilde. Veo que el martirio, del tipo que sea, sigue siendo patrimonio del cristiano y pienso que, al igual que nuestros hermanos mayores, el pueblo judio, no podemos dejar de transmitir lo que hemos aprendido, aunque eso nos cueste un martirio del corazón. No creais que me dejo llevar del pesimismo: Creo firmemente en el poder de Dios, pero también me gustaría que mi llamada de alerta llegara a todos los cristianos: No podemos dormirnos.

Alberto Tarifa Valentín-Gamazo dijo...

En efecto, no podemos dormirnos, como pasó a los trabajadores de la parábola de la cizaña.

Tenemos un arma secreta que nadie puede prohibirnos nunca: la oración. Y si tanto molesta a tus hijos que muestres tu fe, es porque la conciencia les arguye y escuece, así que ahí tienes -tenemos- un poderoso aliado, una quinta columna que algún día hará que tu gente vuelva a la casa del Padre.

Velad y orad, ese es el consejo.

mariajo dijo...

Anónimo: Ora, ora y ora, el Niño que ha nacido conoce lo que hay en tu corazón y en el de tus hijos , haz como Santa Mónica en lugar de hablar a tus hijos de Dios , habla a Dios de tus hijos.

Hablando del tema de la Guerra de los Belenes, esta claro que hacía mucho tiempo, realmente no recuerdo ninguno , aún no había nacido , que no notaba esta sutil batalla contra el cristianismo, después de mucho pensar he llegado a una conclusión que puede parecer estúpida por simple: EL HOMBRE DE HOY TIENE MIEDO A ENFRENTARSE A EL MISMO, con lo que ello conlleva de reconocer nuestra pobreza, limitaciones,miedos etc, a nadie le gusta reconocer que es una simple vasija de barro que se puede romper en cualquier momento y lo más gordo nos hemos vuelto tan "endiosados " que no dejamos que el alfarero nos de´forma. No tenemos que ser nosotros¡¡¡
No nos damos cuenta de que la tan traída y llevada libertad , pasa por decir libremente sí y dejar que la Esperanza , la Fe y por tanto el Amor comiencen a ser los motores de nuestra vida , la esclavitud no queremos darnos cuenta nos la imponemos nosotros. Yo desde luego elijo ser libre con toda las consecuencias. Que el alfarero que hizo esta vasija que se soy yo siga dándole forma, a mi el me da seguridad , me creó y lima mis imperfecciones, el mundo de fuera realmente solo me muestra agresividad, competitividad, egoísmo, más y mas para que ? para ser la más rica del cementerio? no gracias

FELIZ , SANTA Y BENDITA NAVIDAD A TODOS LOSA HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD A LOS QUE ENCONTRARON Y A LOS QUE ANDAN BUSCANDO.

Mariajo

Alberto Tarifa Valentín-Gamazo dijo...

Feliz Navidad también, mariajo.

Anónimo dijo...

Cómo os agradezco los ánimos que me habeis enviado.Lo pienso muchas veces: si el mundo supiera qué felicidad proporciona tener una familia como la Iglesia en la que nos queremos tanto, desaparecerían los problemas. Doy gracias a Dios con todas mis fuerzas por haberme hecho hija de la Iglesia.
Es verdad: lo único que importa es decir siempre "SÍ" para que Dios pueda hacernos a su gusto. De nuevo gracias.

Sinretorno dijo...

Muchas felicidades y veo que este blog se ha multiplicado por cinco, que alegría. Feliz Navidad.

Alberto Tarifa Valentín-Gamazo dijo...

Es una gran alegría, sin duda, Anónima.

Y también verte por aquí, sinre, Feliz Navidad igualmente.

Isaak dijo...

Cambiaelmundo, nunca entenderá Ud. lo que significa la aconfesionalidad. Esos ocho hijos, en realidad, sufren al ver a su padre sometido a una creencia supersticiosa, como cualquier hijo que ame a su padre. No les escuece nada, no tienen remordimientos por nada. Simplemente, razonan y tienen sentido común, y duele ver a alguien que quieres sometido a la superstición.

Saludos cordiales.

Anónimo dijo...

El que no lo entiendes es Ud. Isaak,

Por lo que cuenta esta persona, nadie ha impedido, ni quiere impedir, el que sus hijos muestren su increencia cuando así lo desean.

Sin embargo no toleran que su madre muestre en su propio hogar sus creencias.

¿Quienes son los intolerantes?

Que Dios le bendiga,

P.D. Se sigue confundiendo religión con superstición, y esa confusión lleva, lógicamente, a extraer conclusiones erróneas.

Alberto Tarifa Valentín-Gamazo dijo...

Isaak, es madre, no padre; y le duele, lógicamente, que sus hijos estén ciegos y, además, protesten ante la luz. Lógico también que protesten ante la luz, porque, acostumbrados a las tinieblas, les deslumbra.

Más saludos.

Isaak dijo...

"Casi cada religión posee rituales, ceremonias o ensalmos que pondrían a la persona en relación con las fuerzas espirituales, y que las personas que no pertenecen a esa religión pueden considerar supersticiones, como el degollamiento de una gallina, la señal de la cruz, el bautismo, la misa, etc." Wikipedia.

En fin, parece que no soy el único que establece una relación directa entre religión y superstición, con las sutiles diferencias que nos plazca inventar para el caso.

Ocho ciegos y un iluminado. A los padres religiosos les frustra que sus hijos no perciban el espejismo, sobre todo después de pasar la vida intentando inculcarlo.

La Luz de que hablas, Cambiaelmundo, debe viajar en una frecuencia no percibible por todos los ojos, porque la mayor parte de la población mundial no consigue verla. Y no por falta de ganas.

Cuando afirmo "la mayor parte de la población", no vale rebatir con cifras "oficiales". Entre los "no practicantes" y aquéllos que viven en sociedades teocráticas y han de acatar la religión local, auténticos poseedores del "gen religioso" son una amplia minoría.

¿Para cuándo una mínima prueba de que el Catolicismo es, como religión, distinta y más auténtica que cualquier otra?

Saludos, y muy feliz año.

Anónimo dijo...

Estimado Isaak,

¿Por qué no sigue leyendo?

En el propio artículo de wikipedia, que por cierto no suele ser un ejemplo de neutralidad, se afirma también:

Superstición

"La diferencia entre superstición y fe religiosa estriba, en primer lugar, en la manera de comprender globalmente la realidad. En la superstición, la fuerza supranatural que actúa es arbitraria y disgregada de las demás, mientras que una religión tiene un sistema teológico organizado que afirma la existencia de un ser (o varios) o una causalidad superior general, que actúa(n) en el todo. En segundo lugar, de cada religión se deriva, además de la espiritualidad, una moral, mientras que en numerosas supersticiones sólo se condiciona la actuación del individuo hacia la adquisición o pérdida de la suerte o la desgracia. Y en tercer lugar, en muchas religiones, como el cristianismo, no se encuentra interferencia entre la racionalidad, que examina las causas inmediatas, y la creencia religiosa, con la consecuente coexistencia de ambas actitudes.

Desde esta perspectiva, se comprende que, según el diccionario de la Real Academia Española, la superstición es una "creencia extraña a la fe religiosa y contraria a la razón"."

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Y es que lo que dice el artículo citado es que "... personas que no pertenecen a esa religión pueden considerar supersticiones ..." no dice que lo sean. De hecho posteriormente expone claramente algunas diferencias (ver cita) en contra de lo que usted expone.

Es su caso, como no creyente considera pero no demuestra que las prácticas religiosas son supersticiosas, y eso es muy diferente.

Por favor, utilicemos los argumentos (por ejemplo el de autoridad) con un mínimo de rigor, lo otro es demagogia.

Que Dios le bendiga,

P.D. Después de este intento confío en que no vuelva a realizar la identificación religión= superstición. Es posible criticar determinados aspectos de la religión, y especialmente de algunas de ellas, pero igualarlas a la supersitición es tan falaz como confundir democracia con demagogia.

Alberto Tarifa Valentín-Gamazo dijo...

[9] Era la luz verdadera, que ilumina a todo hombre, que viene a este mundo. [10] En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por él, y el mundo no le conoció. [11] Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron.

Esto narra San Juan al comienzo de su Evangelio. La Verdad no necesita plebiscitos ni pruebas para serlo. Es un descubrimiento personal, que se ofrece al que quiere recibirlo.

Y sin embargo, las pruebas de la excelencia del cristianismo están ahí, y hay mucha gente no creyente que las aprecia. Pero claro, no hay peor ciego que el que no quiere ver.