sábado, 22 de marzo de 2008

La miseria de una ética inferior

Por José Javier Esparza. Periodista

El gobierno de Castilla-La Mancha ha difundido en las escuelas un manual de sexualidad que pondera los beneficios de la masturbación y las relaciones lésbicas. La iniciativa ha suscitado escándalo: hay ciudadanos que quieren mantener su derecho a vivir y a enseñar la sexualidad conforme a una moral tradicional libremente elegida. Ese derecho y esa libertad han sido atacados. ¿En nombre de qué? Aparentemente, estamos ante un nuevo episodio de esa revolución sexual que, a falta de ideología política, el zapaterismo abandera.

Pero en este asunto hay algo que va más allá del sexo, también más allá de esa ola de laicidad radical promovida desde el actual Gobierno. Lo que estamos viendo es una inversión expresa de la moral tradicional. Y aquí “tradicional” no quiere decir “antiguo”, sino clásico, canónico. Esa ética tradicional ha sido refrendada por la historia y por el pensamiento en el largo camino de nuestra cultura, y ello en nombre no sólo de la Cruz, sino también de la Ciudad. En sus rasgos esenciales, toda ética tradicional, cristiana y no, reposa sobre un mismo principio: el deber, el sacrificio generoso, la renuncia a sí. El camino virtuoso es el de quien logra elevarse sobre sí mismo –dominándose. Nuestro repertorio ético está lleno de expresiones que sancionan este modelo de virtud: “vence quien se vence”, “vale quien sirve”, “nobleza obliga”. Pero lo que ahora estamos viviendo camina en sentido inverso: vence quien se satisface, vale quien puede comprarse placer, nada obliga a la voluntad salvo el imperativo del bienestar. Y no es la primera vez que esto ocurre, pero sí es la primera vez que el propio orden, el poder público, patrocina la empresa de la inversión moral.

No es difícil rastrear el origen de esta operación. Aquí se dan cita el materialismo, que suprimía la dimensión espiritual en provecho del dominio físico; el individualismo, que ensalzaba al hombre como centro del cosmos, y aquel liberacionismo sexual que traspasaba al principio del placer la dialéctica de la lucha de clases. Pero, oh, desolación: resulta que tan ambiciosos principios, que habían sido los dogmas de la modernidad, terminan ahora reduciéndose a una apología de la masturbación, a una risible reductio ad clítoris. En esta ética de postrimerías, el materialismo ya no es una voluntad de dominio, sino una mutilación del horizonte de la existencia; el individualismo ya no es una glorificación de la autonomía del sujeto, sino una reducción al universo mínimo personal; la liberación sexual ya no es una potencia emancipadora frente al orden, sino una vía rápida y conformista para la satisfacción inmediata del individuo. Es como si el Hombre Moderno, elevado a estatua por las revoluciones y el progreso, hubiera decidido bajarse del pedestal y orinar en una esquina. Es la imagen del hombre caído que se refocila en su nueva situación, en su propia caída.

En la ética clásica, el hombre bueno es el que se desprende de sí mismo. Inversamente, en esta especie de nueva ética que hoy se propugna, el buen camino es el de quien se abandona, el de quien se deja llevar. Hemos cambiado el modelo del hombre superior por la apología del hombre inferior. Ya estamos pagando las consecuencias.

11 comentarios:

ECM dijo...

Creo que no comprendes tus propios términos, y que no has estudiado historia.

La apología del placer, sexual y de otras índoles, es MUCHO más antigua (Clásica, de hecho, por su nombre histórico) que tu cultura cristiana.

Mesopotamia, Egipto, Grecia, China, Roma, India... todas tenían como uno de sus principios más valiosos el placer erótico y el amor por el propio género.

Nunca has leído a Epicuro, eso me queda claro también. Si acaso hubo una ruptura de las tradiciones "clásicas", como tu erróneamente las llamas, fue justamente la moral judeocristiana y sus dobles discursos. Es bueno tener esclavos, pero es malo masturbarse. Es malo el adulterio, pero es bueno ofrecer a tu hija sexualmente.

La modernidad empieza con Cristo, no lo dudes, y con ella, el ataque hacia la naturaleza sexual y erótica del hombre y la mujer.

Alberto Tarifa Valentín-Gamazo dijo...

Hola Emmanuel. Es verdad que no he estudiado más Historia que la del colegio; pero sí he estudiado Historia del Derecho, de la Filosofía y de la Teología con nivel universitario, además de ser muy aficionado a la Historia desde pequeñito.
Con este aval, me atrevo, en mi ignorancia, a apuntar que me parece que tienes una visión del pasado histórico deformada por los complejos sexuales de algunos guionistas de Hollywood y de escritores de beselers, por un lado, mezclado con el mito del "buen salvaje" por el otro.

El cristianismo trajo la verdad sobre el Hombre y la verdadera dimensión del amor, incluido el erótico, situándolo a la altura de la maravillosa dignidad humana.

El sexo como puro placer egoísta se agota en un bluf y es profundamente insatisfactorio: un fraude para todo ser humano, de ahora y de siempre.

Saludos

ECM dijo...

Y te repito: no tienes idea de lo que estás hablando y solo me estas repitiendo formulas teológicas. Por cierto, la Teología no es ninguna rama valida para analizar la historia.

El cristianismo tiene 2000 años sobre el mundo. ¿sabes cuántos años vivió la humanidad antes de eso? Calcúlale unos 130,000. Eres TAN egocéntrico como para decir que TU creencia es la única que tiene la verdad. Vamos, no te engañes más... el 60% del mundo no comparte tu visión del universo.

Y ojo: nunca hice una apología del sexo como puro placer egoísta. El sexo es placentero, y no se requiere a Jesús enmedio de las sábanas para hacerlo. Tú eres el único que le pusiste el adjetivo egoísta.

Tal vez si también incluyeras un poco de biología evolutiva a tus lecturas te darás cuenta que el sexo y el placer tienen una historia más larga incluso que la humanidad. Es algo natural, y Jesús, en sus 33 años de vida, ni siquiera lo probó para hablar del tema.

Alberto Tarifa Valentín-Gamazo dijo...

Voy a ser bueno y voy a pasar por alto tus descalificaciones y algunas apreciaciones que me parecen un poco simples.

Pienso que no deberías despreciar la Teología, ni ignorar la Historia de las Religiones, así sabrías que lo que tú llamas comienzo del cristianismo no es más que el momento culminante, en el que Dios se revela de modo más claro; pero Dios ya se venía revelando desde el comienzo, desde la creación, en la medida en que consideraba oportuno para el bien del Hombre.

Perdón si considero mi creencia como verdad; pero si no fuera verdad no creería en ella. Considero que hay mucha parte de verdad en otras creencias; pero claro, sólo en la mía está la verdad completa, y no porque sea la mía: la verdad sólo puede ser una, pienso modestamente que el cristianismo la posee mejor, por eso soy cristiano, no alrevés.

Supongo que sabes que los cristianos creemos que Jesús es Dios, por tanto es el Creador del Hombre, por tanto conoce al Hombre mejor que el propio Hombre; es más, es el Hombre perfecto, que viene a mostrar cómo es el Hombre al mismo Hombre.

Saludos

ECM dijo...

¿Tienes alguna manera de comprobar todo esto que dices o sólo lo crees por creerlo?

Alberto Tarifa Valentín-Gamazo dijo...

No, no, no creo por creer, hay multitud de racionamientos para fundamentar lo digo, de tipo muy variado, científico, filosófico, teológico..., y luego está la experiencia personal, y la de muchas otras personas, de hoy y de todos los siglos. Considero mi fe muy razonable, y al practicarla encuentro sentido a mi vida y veo la coherencia interna con lo que creo.

Es cierto que en cuanto a Dios siempre hay un salto en el vacío, el de la fe; pero me resulta mucho más convincente, por ejemplo, la idea de que Dios existe que la contraria, porque, por ejemplo, explica la existencia cuanto existe, y hasta ahora las explicaciones que tratan de prescindir de Dios no concluyen.

Un saludo,

Adivagar dijo...

Muy a cuento con esta discusión, te recomiendo un magnífico libro de Francis S. Collins, premio príncipe de Asturias de Investigación Científica y director durante 10 años del proyecto genoma humano. Se trata de "¿Cómo habla Dios? La evidencia científica de la fe". Magnífico, merece la pena leerlo y conocer la opinión de uno de los más grandes científicos de la actualidad. Muchas personas se llevarían muchas sorpresas.

Un saludo!

Alberto Tarifa Valentín-Gamazo dijo...

Muchas gracias por la sugerencia, tal y como lo presentas, dan verdaderas ganas de leerlo. Veré de hacerme con él, porque ya se ve que para poder hablar hay que saber.

ECM dijo...

¿Y cuáles son esas pruebas científicas de la existencia de Dios?

Adivagar dijo...

Hombre, si hubiera pruebas científicas de la existencia o inexistencia de Dios no cabría ningún tipo de discusión. Habríamos resuelto una de las grandes preguntas de la humanidad, la causa primera. Pero esa causa primera se escapa del ámbito de la ciencia. La ciencia nunca llegará a responder esa pregunta (ni lo pretende), simplemente porque no forma parte de su ámbito, es externo a la existencia y, por tanto, a la ciencia.

No, el libro de da ninguna prueba de la existencia de Dios. Ese subtítulo es “la evidencia científica de la fe”, no de la existencia de Dios. Son dos cosas muy diferentes. Presenta reflexiones personales de ese gran científico sobre las leyes naturales, sobre la compatibilidad y complementariedad de la ciencia y la religión, sobre la belleza de las leyes físicas, el porqué son como son y sus consecuencias e implicaciones, sobre la necesidad humana de perdurar. Se tenga o no se tenga fe, se trata de una lectura muy interesante. Por lo menos en mi opinión, claro, que para gustos están los colores.

La fe intenta dar una explicación, no basada en la razón, a esa causa primera. El agnosticismo asume que nunca seremos capaces de llegar a una explicación convincente. El ateismo ignora esa cuestión, niega la existencia de Dios pero no da ninguna explicación al problema. Pero ignorar un dilema como ese, la causa primera de todo, no lo explica, y el problema existe realmente. Sea cual sea la opción de cada uno, se trata de una elección irracional en cualquier caso, por lo que no creo que sea justo ridiculizar y atacar la opción contraria, como vemos y leemos muy a menudo.

Por cierto, releyendo la entrada y los comentarios me acabo de dar cuenta de que estoy metiendo un offtopic como un castillo, así que quizá mejor dejo este tema. Un saludo a los dos.

Alberto Tarifa Valentín-Gamazo dijo...

Adivagar ha respondido sabiamente y me sumo a lo que dice. Sin embargo, pienso que el que las ciencias empíricas no sean "suficientes" para explicar la fe y la existencia de Dios no quiere decir que éstas sean "irracionales": son perfectamente racionales, se puede razonar sobre ellas y de hecho llevamos siglos razonándolas.

Como contribución a este debate, no voy a poner una entrada sobre "pruebas científicas"; pero sí una sobre "pruebas de científicos".

Saludos a ambos dos.