El grado de implantación de una tiranía puede medirse en función del espesor de esta red de delación y buen-pensamiento, y por el nivel de penetración en la vida y las conciencias de los ciudadanos, husmeando en los hogares, las lecturas, los gestos, las dietas y hasta el comportamiento en el tálamo.
A esta red pertenece, por ejemplo, Andalucía Laica-Granada Laica, guardiana de la corrección política laicista, con el agravante de que se trata de una organización voluntaria, de celotes del laicismo más rancio y ultramontano, animados del más ferviente entusiasmo proselitista, de la que no debe esperarse ni siquiera la desidia y el enmarañamiento en que se pierde muchas veces la maquinaria administrativa.
No satisfechos con cribar calles, instituciones, tradiciones, escuelas y vicios del común, ni con espiar a través de los ojos de las cerraduras, armados con el celo del converso, se han lanzado a la caza de disidencias en el mundo virtual, y a denunciar con aires indignados y pomposos cualquier cosa que no huela al jabón y el desinfectante del laicismo más esterilizado.
Ahora apuntan al bolsillo y a la conciencia; dentro de poco apuntarán a la barriga: lo veremos. O nos enfrentamos ya con esta nueva Joven Guardia Roja del Pensamiento Políticamente Correcto, o mañana será tarde, y librarnos de ellos será muy doloroso, y quizá eso si que no lo veamos nosotros.
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